¿Qué es una limpieza energética? Retirar las energías discordantes invisibles

¿Quién la necesita? Todos.

¿Quiénes la pueden realizar? Todos

Hoy voy a hablar sobre las limpiezas energéticas o espirituales.

Vivimos en un mundo de dualidad, donde las energías de alta vibración se mezclan continuamente con las de baja vibración.

Esto significa que nuestra alegría, se verá afectada por la ira de otra persona, o por el lugar por donde paseamos.

Que nuestro entusiasmo, pase en cuestión de segundos a un sentimiento de pesimismo y sentimiento de derrota.

Que el sentimiento de Amor a la vida, se transforme en miedo y desconfianza a los procesos naturales que debemos transitar.

Que tu salud cambie, y aparezcan migrañas,  dolores o diferentes tipos de síntomas.

Sin casi darnos cuenta, nuestro estado de ánimo, cambia para mal,  se instala en nosotros indefinidamente y se convierte en nuestra nueva forma de vivir.

“Es que… yo soy así” dice la mayoría, o analizan la situación llegando a la conclusión de que alguna circunstancia externa que viven, es la culpable… sin saber que llevan encima cargas energéticas densas, nada favorables a su camino a desarrollarse como una persona realizada.

No, tú no eres así. Tú eres Luz y Gozo por la vida, y si te quitaras todo eso que no es tuyo, todo eso que no eres tú, notarías la diferencia. Podrías ver todo con ojos nuevos, dejando la queja de lado, tomarías ímpetu para llevar a cabo los sueños y anhelos más profundos de tu alma. Tu alma desea conseguir algo de ti, por eso ha encarnado… y no es justamente dejarse aplastar por las energías “poco luminosas” que abundan.

Lo mismo pasa con los demás. Cuando alguien te genera rechazo, no estás sintiendo al Ser Divino que lo habita, sino toda la carga oscura que lo envuelve y domina.

Y también pasa con los espacios donde nos movemos… Un lugar nos deprime, o nos alegra. Llegamos a un sitio contento, y nos vamos con malestar interno.

Todas estas energías son invisibles para la gran mayoría de las personas. Pero se dejan “sentir” a cada una de ellas.

Pesimismo, cambios de humor, tristeza, enfados, indignación, rabia, miedo, desazón, y una larga lista de emociones discordantes que te colonizaron en algún momento, y sin darte cuenta: te las apropiaste como tuyas.

Da igual, si tu jefe no te gusta, si tu trabajo te deprime, si tu pareja no te escucha, o si la hipoteca subió… No tienes por qué cargar esa emoción a diario contigo. No eres un receptáculo de emociones. No fuiste creado para ello.

¿Sabías que la palabra emoción viene de la palabra movimiento? La emoción es pasajera, como una ola nos recorre y se va. SE VA.  SE DILUYE.  Nos invade momentáneamente para hacernos reaccionar sobre algo y llevarnos a la acción. Si algo me agrada o me desagrada, genero una acción y un cambio en mi vida. Esa es su función.

Si no logras liberarte de alguna de ella, y a su alrededor se han generado sentimientos, pensamientos, creencias, programaciones, patrones de conducta… es hora de LIMPIAR y volver a tu estado natural: LUZ Y GOZO por la vida.

¿Cada cuánto me tengo que revisar y limpiar?  A diario, mientras vivas en este planeta.

La densidad que se ve en las calles, en las noticias, en la sociedad, alimenta por resonancia las mismas energías que cargas tú encima.

No basta con una limpieza al mes. O abrir las ventanas de tu casa y quemar salvia.

Es algo más profundo.

Tiene que ver con lo que resuenas, lo que atraes, lo que no has sanado (de vidas pasadas o esta), lo que generas a cada instante con tus pensamientos, lo que alimentas tú mismo/a con tus creencias sobre ti, y sobre el mundo, etc.

Es lo primero que nos deberían enseñar en la infancia: sentir la emoción, emprender la acción necesaria, y dejarla ir.  No convertirse en un recipiente de pesadumbre. Invitarlos al vacío interno. Dejar que la vida fluya ahora mismo a través del cuerpo, sin obstáculos.  Y si eso no ocurre, si algo nos detiene en el pasado… ¡Revisar, limpiar, sanar, soltar!

Está muy bien, asistir a alguna persona de confianza para que nos realice una limpieza… una vez.

Pero luego, si no dejas de “emitir ciertas señales” y dejar ciertos hábitos, volverás a atraer lo que te habían limpiado. Y pensarás que no sirvió de nada, porque “duró muy poco el efecto”.

Si te metes en el barro, ya puedes hacer limpiar muy bien tus zapatos. Pero solo estarán relucientes hasta que te vuelvas a meter. APRENDE A LIMPIAR TÚ MISMO TUS ZAPATOS, Y SOBRE TODO, APRENDE A SORTEAR LOS CHARCOS.

Toda persona debería aprender herramientas para detectar y quitarse lo “poco noble” que lleva encima.

Y si te preocupas por la familia, con más razón: Ayúdalos a diario, devolviéndoles su Luz.

Y en tu trabajo: invierte un ratito al día, o a la semana, para que se convierta en un sitio de Paz y Crecimiento.

Todas las personas pueden hacerlo, ya que el trabajo de Limpieza, liberación y sanación, no lo haces tú.

Tú solo te ofreces como un canal de Luz: dejando pasar la energía para que se realicen los cambios necesarios para que todo vuelva a la esencia: LUZ en su totalidad.  Se aprende. Hay cursos de un solo día para ello. Los resultados se notan desde el primer momento. La sabiduría llegará con la práctica.

«Os invito a todos a unirse a este camino de crecimiento donde se puede generar un cambio REAL, primero en la persona, luego en las familias, para extenderlo a todo el planeta.  Saint Germain»