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Regresiones a formas no humanas

Cada sesión de regresión me maravilla más y más. Tanto si me la hacen a mí, o si la hago yo a mis pacientes. Siempre sin excepción, puedo sentir la presencia de algo más grande que se apodera de la terapia, y va dirigiendo su curso. Hasta pierdo la memoria a veces  “espontáneamente” de mis técnicas aprendidas, y solo me queda dejarme guiar, fluir sin juzgar. Los mensajes que recibe el consultante son mágicos, perfectos, ideales, inmejorables… Como no iban a serlo, si vienen de su propia Alma!

Hoy os comparto uno que puede parecer curioso, pero no lo es. Es más habitual de lo que creemos.

La consultante, mujer de 45 años, vive actualmente con sus padres, por un bache profesional del que ya está saliendo (previo integrar sus enseñanzas, claro). Esto le genera mucho malestar comprensiblemente, y en sesiones anteriores al verse con casa propia se había emocionado mucho. Así que le sugiero una regresión diferente, solo para chequear, si había algún bloqueo con “tener casa propia”. La consultante ya había tenido varias casas, pero las había perdido por un tema o por otro.

Ya en la camilla, luego de la relajación profunda, se comienzan a aparecer imágenes de animales. Un búho… un árbol… Lo extraño es que eran gigantes. Todo transcurría en un bosque normal, salvo que gigante. Le pido que mire su cuerpo, y me comenta que es una mujer. Está recolectando frutos. Algo ocurre en su percepción, que me explica: No es gigante el bosque, es que yo soy muy pequeña. Pero muuuuuy pequeña. Soy un ser del bosque, somos muchos en realidad. Somos jóvenes, y vamos recolectando frutos y flores ricas. Llevamos la recolección a nuestra comunidad, donde hay señoras más mayores que cocinan. Unos recolectan, otros cocinan, otros enseñan, otros hacen la ropa… Cada uno tiene su función. Somos felices, hay amor, paz y armonía en nuestra forma de vivir”.

Entonces, sin olvidar la terapia, le pregunto por su casa. Y sigue su relato:

“No tenemos casa, porque recolectamos. Me gusta recolectar. Solo cuando estamos cansados, para dormir, buscamos un hueco en los árboles, cada uno el suyo, y dormimos. Solo vamos al hueco para dormir y para resguardarnos. Cada uno elige su hueco, así de fácil. No nos visitamos, porque cuando uno está en un hueco… ¡Es porque necesita descansar!  Me encanta esta vida, todo es precioso. Vamos de árbol en árbol sin lugar fijo. Solo los mayores tienen hogar. Un hueco que eligen para siempre. Al hacerme mayo, elijo uno. Comparto árbol con uno que vive muy arriba, le gusta leer y estar solo, me cae muy bien. Ya soy mayor, ahora me toca cocinar, porque no soy tan ágil para recolectar“

En esta parte del relato, la consultante llora y me dice que esto es una porquería, y que significa todo esto, que nunca tendrá casa o que tiene que esperar… ¿Hasta cumplir los 80 años?

Le pido que respire profundo, y que espere al final del mensaje. Vamos a ver la totalidad de lo que te quieren enseñar. Y seguimos:

“Me encanta comer una flor de color rosa, con un tipo de sirope de un árbol. Cuando ya siento que me estoy por morir, me voy al lugar del bosque donde morimos. Siempre es así. Todos se despiden de mí, siento que los amo y que me aman. Voy a la zona donde morimos, solo hay vegetación, me siento en un lugar… Y mi cuerpo se muere. Veo como se desvanece todo lo físico, no quedan restos de mí.”

Aquí es el momento, que le digo a la consultante que pregunte todo a sus ancestros, seres del bosque sobre el mensaje que quieren trasmitir. Ellos le responden muy extrañados: ¿Para qué quieres una casa? Tu problema es que deseas mucho. Cuida de tus mayores, ayúdalos a morir sabiamente, son tu comunidad, es lo ÚNICO QUE IMPORTA.

Bien, no es lo que ella esperaba recibir por mensaje.

Le recordé, que es el mensaje de su Alma, su esencia. Es lo que reside en su interior. Todo eso, es ella. Si hay algo, que debe y puede cambiar, es la actitud de su Yo egoico. Quizás el mensaje sea que lo importante es que ahora es la hora de recolectar (ayudar a su comunidad, con su trabajo de sanadora), y da igual el hueco donde descanse (casas varias, de sus padres, etc.) porque así es libre de desplazarse hacia donde haya frutos (sus pacientes, gente que necesita de su potencial)

Tengo que decir, que la energía que yo sentía en la sesión, era de inocencia, ternura, y alegría. Estaba flotando mientras relataba la vida en el bosque.

Al cabo de una semana, cuando volvió para seguir con su terapia, me comento que estaba muy tranquila, que estaba muy centrada en trabajar. También que tenía muchos pacientes nuevos, y que el tema de la casa propia, ya no le hacía sentir malestar. “Ahora me siento muy a gusto trabajando, estoy en paz conmigo misma. “